sábado, 4 de mayo de 2024

Breve autobiografía

Heraldo Panamera es sólo un nombre. Pero, ¿qué son los nombres sino palabras que nos identifican, a veces de forma única y de por vida? He tenido muchos nombres desde mi nacimiento y, tal vez, ése sea el dilema. Nací como Miguel Díaz Romero en el Hospital General de Alicante una fría tarde de febrero de 1982. Con problemas psicomotrices y algo llamado "asimetría muscular", los pies planos y los ojos bizcos.

De mi infancia sólo recuerdo las largas tardes esperando a mi padre en el portalico de la casa de mis yayos: él era camionero y yo me imaginaba cómo nuestro Nissan Patrol rojo y blanco aparecía por la esquina de la Calle Alicante frente al Mercado de la Frontera, en Petrer; y la imagen de mí mismo en una cama del mismo Hospital donde hube nacido, con una burbuja de plástico y cables y tubos por todas partes tras las tres operaciones de peritonitis con 4 ó 5 años de edad. Sí, sé lo que estás pensando: la muerte me ha acechado desde antes de nacer, quizá sea por ello que hoy aún guardo cierto humor macabro en mis chistes de escasa gracia. Las clases de inglés se alternaban con el juego en el parque de la Avenida de Madrid una vez me despojé de los zapatos ortopédicos y, un buen día de 1994, nos mudamos a Caudete, de donde era mi padre, para cambiar mi existencia para siempre.

La adolescencia fue para mí una etapa terrible, de claroscuros muy contrastados y contrapuestos. De Bukowski y de Nietszche. Fue entonces cuando recibí mi segundo nombre: Chicho Terremoto. Todavía hay quien, treinta años después, me sigue conociendo por tal apodo en el pueblo desconociendo el nombre que me pusieron mis padres. La música heavy-metal, las camisetas de Iron Maiden y las sudaderas de Manowar, fueron mi bandera hasta el primer año de Universidad. No fui buen hijo ni destaqué en nada: sólo metí una canasta en los cinco años que pertenecí al equipo de baloncesto de las Escuelas Deportivas Municipales. Hice muchos amigos gracias a la música y mi carácter extrovertido, y me recorrí media España de conciertos cargando unas botas New Rock y una chupa de cuero. Escribí mis primeros mil versos hoy quemados en olvidados fuegos.

El tercer nombre me lo puse yo: si Chicho era la creación de unos 'bullies', como les dicen ahora, Tango fue la creación consciente de la parte 'master mind' de mí mismo, desarrollada durante la adolescencia y que conoció su máxima expresión durante mi periplo universitario. Me diplomé en Biblioteconomía y Documentación en la Universitat de València con mejores notas que las del instituto; me corté el pelo y tiré las camisetas negras; me encontré a mí mismo y no me gustó lo que reconocí frente al espejo una mañana de Fallas. Tango debía morir; Chicho ha tiempo que había dejado de existir; y Miguel esperaba a ser llamado para jugar, ensimismado botando una Spalding naranja, en el banquillo. Escribí tres novelas, cien poemas y otros tantos relatos; crípticos, torpes e incomprensibles; que auguraban un extraño destino.

El primer nombre tomó su anterior sentido cuando conocí a Andrea un par de años después de terminar la carrera y haber regresado a Caudete. Sus manos, sus labios y su sonrisa me pusieron en la mayor encrucijada en que me he visto jamás: o seguía siendo una veleta rota al viento, o me encaminaba hacia el futuro por una senda desconocida pero con un fin. Y elegí bien.

Nos casamos y nació Zara un año después. Escribí "Para siempre" a partir de una idea original de mi esposa. Nació Santi. Y Ediciones JavIsa23 publicó "Para siempre" en 2014, "Entre cartas" en 2015 y "El sonido del triángulo" en 2016; así, con entrevistas radiofónicas y presentaciones de poco alcance, creí saborear la escasa fama de cualquier novelista amateur. Entonces murió mi padre dando a la palabra cáncer un nombre siniestro.

De repente me vi sin trabajo, con dos niños y una esposa, varias novelas escritas que daban para tomar café y poco más, y una soledad extraña de no poder discutir (porque nos encantaba) lo que me estaba sucediendo con la única persona que yo sabía que él sabía lo que se debía hacer.

Convertido poco antes al cristianismo en la Iglesia Ministerial de Jesucristo Internacional a la cual estoy orgullosísimo de acudir, Andrea y yo cogimos cuanto teníamos y nos mudamos a Torrevieja. Por unos meses tuve dos trabajos durante doce horas al día y, gracias a Dios, salí del fango.

Hoy soy un Miguel Díaz más de cuantos coinciden conmigo en nombre y apellido (que son muchos, te lo aseguro). Entre tanto Entrelíneas publicó "Menú" en 2018 y NOA "Cruzados & Metralletas" en 2020; ideé el concepto de novela deconstruida inspirado por Ferrán Adrià y el de la versión panic de un texto literario inspirado por el videojuego Pang! de los '80. He escrito doscientas cartas y un millón de presupuestos ya que trabajo en un taller de coches. Además, corregí y auto publiqué en KDP mis "Obras completas" hasta el momento.

El cuarto nombre, Heraldo Panamera, es sólo un pseudónimo creado con la intención de publicar al fin "La furia & la tristeza" como punto de partida de una nueva etapa de mi andadura como contador de historias. Sin embargo, lo que soy no es todo cuanto yo significo. Y el Décimo Hombre, el ser primigenio desde antes de nacer y que por tanto no tiene nombre, entiende muy bien lo que digo...


 

jueves, 28 de septiembre de 2023

Queridísima Andrea, carta nº 16

Queridísima Andrea,


De todas las derrotas posibles en mi exilio, la más grave es haber perdido el camino de vuelta al hogar. A tus brazos, de inconmensurable calidez, que me abrazaban tras la pesadilla en la más oscura de las noches. A tu sonrisa, motivo de la mía, iluminando cualquier estancia donde aparecía. A tus palabras, serenas como el mar en calma una mañana de otoño frente a la playa bajo nuestro portal. Y la cadencia útil de tu voz, con el tono adecuado, susurrando que me amabas… haciendo febril cualquier razonamiento, haciendo razonable cualquier delirio, por el que tantas veces fundimos nuestros cuerpos en uno solo. Al balcón y la siesta. A la cerveza fría con papas, pimienta y limón. A las risas de los niños en la hambuguesería. Al atasco… sí, echo de menos incluso los atascos en la Nacional junto a ti.


Estoy perdido en un lugar desconocido del Cosmos. Perdido y sin la más mínima posibilidad de saber dónde me encuentro. La oscuridad lo copa todo. Veo naves ardiendo más allá de Orión, frente a la Puerta de Tanhauser. Soy un clon de un replicante. Una sombra de un esclavo. Una chispa de nada sobre un tocón de hollín. Soy sal y espuma. Arena que se escapa entre los dedos. Una palabra sin significado. Una historia jamás contada. Una mentira. Una democracia.


Sin ti soy menos que nada.


He tratado de subir a un buque que me lleve de vuelta al Planeta Azul. A respirar aire de verdad. A sentir la sangre fluir por mis ajadas venas. Pero me siento fatigado… el hastío de los días que pasan sin vivir, en una existencia fútil, amarga mis pensamientos, que me consumen.


Oh, qué daría yo por volver.

 
Qué reino arrasaría con mi espada por tener tu piel junto a la mía.


Escuadrones de naves estallarían a mi paso por una palabra queda de tu boca, de tu abrazo de leche y miel. Una exhalación de tu aire bastará para resucitarme, aun cuando mil millones de veces muriere. Te sigo amando como si en ello me fuera, y me va, la vida.


Encontraré el camino de vuelta a casa…
…y te besaré como el verano besa al cerezo.


En un punto inexacto de ninguna parte,
Quien condenó su camino en el Universo por tu reencuentro.
28 de Septiembre de 2197.


 

miércoles, 23 de agosto de 2023

Agenda 2030: Fentanilo social y Apocalipsis.

 

AGENDA 2030: FENTANILO SOCIAL Y APOCALIPSIS

Amanece en la Avenida Kensington al norte de Philadelphia.

Las calles que vieron crecer a Rocky son las mismas que hoy albergan el zombicidio masivo provocado por el consumo de fentanilo y tranq.

Es la representación biográfica de la zombificación masiva del mundo: de uno u otro modo, al fin y al cabo, por lo que sea, todos somos zombis consumidores de “su” droga.

Adictos al Estado del Bienestar, al menos el suyo en realidad, y el espejismo de esa realidad en nuestras vidas.

Nos vendieron la moto y la quisimos comprar.

Directos al abismo, ni si quiera él quiere devolvernos la mirada por lo terrorífico de nuestra mueca.

Me gustaría que este texto fuera largo, argumentado, bien pensado y premeditado, con los renglones sin torcer… un mensaje claro que escribir.

Pero me doy cuenta de que no tiene sentido…

Nadie escuchará por quién doblaren las campanas el día de la furia y el ruido.

Somos ciegos esclavos, encadenados perpetuamente en la caverna; ni tan sólo vemos, incapaces, las sombras proyectadas por el fuego de la realidad en nuestra pared de inconsciencia.

Sólo nos quedan los versos escritos por los hombres sabios que contemplaron el mundo antes que nosotros: “Es pues la fe la certeza de lo que no se ve, la convicción de lo que se espera”, frente al mundo:

“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.”

Sólo nos queda esperar al que monta el caballo.

Y eso es todo. Para quienes le seguimos la esperanza de una vida ulterior, dichosa; y la tristeza, ese mal sabor de boca, pensando en los consumidores del fentanilo social con que les alimenta, vagamente, la bestia.

Miguel Díaz Romero.

23 de Agosto de 2023.


 

lunes, 14 de agosto de 2023

Reflexión: "El Décimo Hombre siempre está al acecho".

 

Creo en la vigésimo cuarta personalidad de Kevin Wendell Crumb.

Hay tres formas de libertad ineludibles e inapelables: la de pensamiento, la de expresión y la de acción. Que las libertades de uno terminan donde empiezan las del otro, es un axioma. Que tu libertad a grabarme termina donde empieza mi libertad a no ser grabado, y que el límite lo dicta la Justicia.

La Libertad no es poder hacer lo que se quiere, sino poder hacer lo que se debe.

Pero la Justicia no es objetiva, como lo es la Libertad: pensar, expresarse y moverse son actos responsables del ser humano, del individuo, ejerciéndose como tal ante sí mismo o los demás. En cambio la Justicia es social.

Lo que es justo para unas sociedades no lo es para otras. A pesar de saber, los individuos que las componen, qué es el Bien y el Mal. Pues la Justicia deriva de éstos, pero si bien el Bien y el Mal son más o menos objetivos, su aplicación, que es la Justicia, no lo es tanto.

Es justo pues quien ejerce el Bien, e injusto el que ejerce el Mal. La Justicia trata de que se ejerza el Bien sobre el Mal en cualquier sociedad, y en el mundo por ende. Aunque hay sistemas de justicia minúscula injustos, y hay Justos mayúsculos tildados de injustos. Pero eso es harina de otro costal.

Lo que le ocupa al Décimo Hombre es la Justicia como tal, no la aplicada en equis o ye sociedad, nación o Estado.

Es la Justicia pues el ejercicio del Bien, y la aplicación de la Libertad.

Si soy Justo, ejerzo el Bien, en pos de la Libertad, que es hacer lo que debo a través de mis pensamientos, mis expresiones y mis acciones. ¿Es por tanto la Libertad el objetivo de la Justicia? ¿Es por tanto la Justicia la base de la Libertad? De algún modo.

No hay pues Libertad sin Justicia, pero sí Justicia sin Libertad. Es injusto no ser libre. Pues pueden encerrar al Décimo Hombre en una celda – suprimiendo la libertad de acción – y amordazarlo – suprimiendo la de expresión – pero puede seguir siendo libre en el pensamiento, donde no cabe nada más que el yo. Empero se imparte Justicia sobre libres y esclavos.

Teniéndose en cuenta que el esclavo es quien no es libre ni tan sólo en su propio pensamiento.

Se puede ejercer el Bien sobre el esclavo… y se puede ejercer el Mal sobre el libre. Eso es cierto, y vanidad debajo del Sol.

No obstante, cualquier justicia sobre el esclavo, como no es libre, deja de ser justa. Pues la Justicia es la aplicación de la Libertad, el ejercicio del Bien.

Y, si existen esclavos, no hay Bien, no hay Libertad, no hay Justicia.

Los esclavos son los que no escuchan al Décimo Hombre, quienes no miran detrás. Los que no son libres, y sobre los cuales no se puede ejercer el Bien ni aplicar la Justicia.

Si otro se adueña de mis pensamientos, dejo de ser libre para pensar; con lo cual no tendré libertad para expresar ese condicionado pensamiento; con lo que me moveré en una celda de forma constante, sea ésta tan grande como el mismo Universo. Estaré encarcelado por mis propias acciones, aunque yo crea – pues todo es ilusión amigo Sancho – que soy libre actuando.

Sólo soy libre de verdad si soy libre en mi pensamiento.

El Décimo Hombre lo sabe: ha mirado detrás. Escucha las tuercas del Tinglado. El Décimo Hombre se expresa en consonancia a ese pensamiento. El Décimo Hombre trata, en medida de lo posible y respetando las libertades de quienes le rodean, de actuar en consonancia con esa expresión: si haces lo que dices, eres coherente; y ser coherente es ser también honesto.

Ser Libre es ser Justo, es aplicar la Justicia mayúscula, ejercer el Bien, hacer lo que se debe, ser responsable de los actos derivados, coherente y honesto.

Ser Libre es ser valiente: es tirar la piedra y no esconder la mano; decir “esta boca es mía”; respetando a los demás y haciéndose respetar uno mismo. Ser manso, pero no menso.

Entonces, no hay tampoco Justicia sin Libertad. Porque ser cobarde no es Justo.

La Libertad y la Justicia han de ser conceptos aplicables de forma directa y coordinada. Si somos realmente Libres, seremos Justos; si somos realmente Justos, seremos Libres.

Todo aquél que no es Justo, deja de ser Libre: esclavo de su injusticia.

Todo aquél que no es Libre, puede no ser Justo: esclavo de su falta de libertad. Mientras que la frase anterior es perfectamente afirmativa… ésta no lo es tanto: “puede no serlo”. Porque, ¿qué culpa tiene el esclavo de haber sido invadido en el pensamiento? Y aun invadido su pensamiento, sin ser libre lo más mínimo, ¿serán sus actos considerados de facto injustos? No lo creo; no puedo asegurarlo. No tan en la medida como aseguro que el que no es Justo no es Libre.

El Décimo Hombre no se deja avasallar por los devoradores de mentes.

Aquéllos que invaden los pensamientos, esclavizándolos.

No se deja domar ni por sí mismo, por eso duda aún de su propio discurso.

El Décimo Hombre tiene la idea tangente, y su misión es su desarrollo.

No obstante, es muy probable que la gente que no es Libre, a pesar de tampoco ser injusta, esté muy lejos de toda Justicia. Porque, si ya no soy libre de mis pensamientos, de mis expresiones y de mis acciones, ¿cómo seré responsable de mis actos, sean estos justos o no?

Si yo no soy el dirigente de mi mente – por el veneno que los devoradores de mentes han puesto en mi cerebro – no soy el dirigente de mis expresiones – emponzoñadas con el mismo – y mis acciones, ¿cómo llamarlas propias si me han convertido en un títere de su Sistema; en un zombi de su consumismo; en un esclavo de sus ideas que serán la base de mis acciones…?

¿Es responsable el mundo de no ser Libre… Justo? Totalmente.

Pues expresar que me disgusta ser grabado, expresar que el límite de tu libertad a grabarme termina cuando empieza mi límite a objetar ser grabado, nace de mi pensamiento: del deseo de no serlo, y al expresarlo soy Libre de pensamiento y de expresión… de acción, ya veremos – la Justicia y la justicia lo dirán.

Pero si soy tan responsable como para pensar, decir y hacer; tú lo eres para no pensar, no decir y no hacer.

Es tu omisión de pensamiento, expresión y acción la que te convierte en responsable de tu esclavitud. Y, por tanto, de tu injusticia.

Pues no es justo que, mientras yo defienda mi Libertad, tú calles. Pues mientras todos callen, y nadie se defienda, se extenderá la esclavitud de acción, que será la base del silencio, y el silencio se convertirá en el germen de la ausencia de todo pensamiento.

Por esto y muchas otras cosas, el Décimo Hombre – como adalid de la Libertad, aplicada por su sentido de la Justicia y ejerciendo el Bien – siempre, siempre, está al acecho.

Miguel Díaz Romero.

Torrevieja, 14 de Agosto de 2023.

Kevin Wendell Crumb