No es motivo para escribir que haga tiempo que no te escriba.
Ni este sueño que me ata a la madrugada
esperando el amanecer que me arrebuje en las sábanas.
No es motivo que esperes una carta mía,
a este lado de las Puertas Negras todo es sombra.
Frodo pasó por aquí el otro día...
ese taimado de Gollum no es buena compañía.
Todos somos un poco Sam a veces: condescendientes y bondadosos;
o Boromir: audaces y orgullosos, peleamos por el ideal
de vivir en una patria libre y honesta.
Rara vez me he sentido como Légolas o Gimli.
Soy un Théoden eterno:
Rey de mi propia fortaleza que he de defender,
día a día, con mi sudor por la libertad de mi pueblo.
Los orcos ríen ahí afuera.
El Uruk-hai que nos guía apesta.
Y Sauron, el Señor Oscuro, nos gobierna desde Morgul...
su ojo nunca descansa y, si no llevamos cuidado,
quedaremos atrapados para siempre en la inopia.
Son vastas y sutiles las cadenas del Anillo Único.
Te amo como Elendil a su prole;
Te amo como Elrond a su destino y su memoria;
como Gandalf a su pipa y el calor sobre la Tierra Media;
Te amo como Sam a su sal y su cazuela;
como Smeagol a la cordura; y como Aragorn a Arwen;
Te amo como Faramir al honor y la honra;
com Eowyn a la verdad y la épica;
como Tom Bombadila a la tranquilidad u la paciencia;
como Pippin a la yerba de la Comarca
y Merry al cerdo curado;
Te amo como Bárbol a la Naturaleza...
y Galadriel a la sensatez.
Te amo como Frodo a su responsabilidad
y como Bilbo a la literatura.
Mi tessssssssoro, mi locura.
Miguel Díaz Romero (c) 2014
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