Ropa ensangrentada. Ropa matemática, ropa de baño; ropa de domingo y ropa en llamas.
Ropa para la noche, de trabajo, y para las mañanas. Ropa absurda, infinita y abstracta. Ropa de humo y de metal. Ropa de letras.
Ropa sucia y ropa limpia.
Ropa manchada. Ropa que huele a flores. Ropa sudada.
Ropa maloliente y con fragancias.
Ropa de colores, ropa negra y ropa blanca. Lejía para la ropa. Ropa chamuscada, ropa cara y ropa barata.
Ropa para reír, para llorar. Ropa de vida. Ropa para morir. Ropa de bodas.
Ropa de fiesta. Ropa de esclavos. Ropa literaria e incluso ropa humanitaria.
Ropa azul y verde. Ropa roja.
Ropa de la buena y ropa de la mala. Ropa estéril. Ropa ajena, ropa de otros, ¡ropa extraña!
Ropa política y alusiva. Ropa que pica y ropa que rasca. Ropa que abriga. Que airea. Que tapa y que destapa.
Ropa en los huracanes, en los ciclones. Ropa para volcanes. Ropa de tinta y ropa humana. Ropa de cíclopes. Ropa titánica.
Ropa mínima, ropa XXL. Ropa cúbica, caliente, ropa de azúcar. Asada, salada, ropa sofrito de ropa. Cóctel de prendas. Ropavieja con patatas.
Ropa ausente. Silenciosa. Ropa muerta.
Cascadas de ropa: en los armarios, en la habitación, ¡ropa sobre la mesa! ¡Ropa omnipresente y desgastada!
Ropa nuestra, ropa tuya... ropa neutra y, en los noticieros diarios de la televisión, ropa deshuesada, masticada, regurjitada y manipulada.
Ropa abusiva. Ropa que tira de la manga. Ropa a cuadros y ropa a rayas.
Ropa que rueda, que tose, ropa que se tuesta. Ropa desengañada.
Ropa apretada, ropa suelta, ropa agrietada. Ropa que clama desde el abismo de la tela. Ropa ensimismada, pendiente, embobada. Ropa asimilada.
Ropa en el tiempo y en la distancia. Ropa compartida. Ropa heredada, repartida y racionada.
Ropa estupefacta, obnubilada y estuporosa.
Ropa dañada, ropa en perfecto estado. Ropa en la superficie y ropa profunda como la sima de ropa que cabe en la lavadora. Ropa perdida y encontrada.
Ropa nietzscheana.
Ropa que nos tapa la boca. Ropa en ciernes. Ropa infantil, juvenil, ropa depreciada y anciana. Ropa sepultada.
Deuda de ropa. Ropa ardiendo que me corre por las venas. Ropa durmiente, ropa desierta y despierta, ropa poblada.
Comida de polillas. Ropa pobre que, como borregos al matadero, bajo el sol agoniza y calla. Ropa malnutrida y sedienta. Ropa sin trabajo. Ropa olvidada.
Ríos de ropa bajo la cama, en el balcón, ¡tendida y doblada! Ropa oreada, volante... ¡ropa enclaustrada!
Ay ropa, mi ropa... ay ropa dulce, ropa ácida, ropa amarga.
Ropa real y ropa imaginaria.
Ropa encantada, ropa...
...ropa malgastada.
Miguel Díaz Romero, 2020 (c)
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