He visto entre las letras de las canciones,
Una oda eterna a un lugar que fue mágico.
Paseo cada mañana frente a los Náufragos,
De camino al trabajo, y admiro
Amaneceres naranjas y rosas sobre el Mediterráneo.
Cien Pueblos sujetan las riendas de mi sangre
Cuando la furia callada supera al tormento.
Para no soltar ninguna lágrima, emocionada,
Cuando desde la Santa contemplo mi pueblo.
Escucho las melodías de los carros y los caballos
Al galope bajo las bardas,
En árabe y valenciano, cantar mi nombre entre el viento.
Me estremezco sólo de pensar
Que mi sandalia la ató un romano.
Hablo con gallegos, colombianos y chanes a diario,
Entendiendo cada palabra sin esfuerzo…
Y me pregunto cuántos podrán comprender “mamihlapinatapai”
Y “rapabombillas” al mismo tiempo.
Vuelan los flamencos sobre las salinas hacia un atardecer
De rojas franjas sobre el escaso monte
A este lado de la sombra ibérica,
Que errante sigue su camino como un eco
O los restos de algún profundo y oscuro pensamiento.
Soy ladrillo rojo, sillar y cristal.
Soy el escudo turdetano que se encontró un labrador en mitad del campo.
Soy la lengua escrita de los tartessos, la nave de Tarshis,
Soy Senatus PopulusQue Romanus, Al-Ándalus y Caput Deitanum.
Soy drakar fenicio, soy el último hijo de Jayme Primero.
Soy primo del que inventó el helicóptero… y el submarino.
Yo gané un Mundial de Fútbol.
Parle català amb els meus amics de Manresa
Y saludo con un ongi etorri a los donostiarras y bilbaínos.
M’agrada dir vixca Valéncia i Amunt cuan guanya el meu equip
Y tomarme una cerveza, si el dinero me lo permite, bajo el atardecer de Vigo.
Nací y vivo en el mejor lugar del mundo: palmeras, playa y cangrejos.
Puedo hablar sin traductor con gente de más de cincuenta países.
Hay hispanos de todos los colores.
Somos la única cultura interracial e internacional de la Historia…
Creamos la infantería de marina, el futbolín, la escoba y el chupachup.
Nuestra hoy tan denostada bandera es la única que queda en Europa
Con los colores rojos y dorados del Imperio Romano.
También lloré cuando Rusell Crowe fue portado a hombros como Meridio.
Tenemos una guitarra, una tortilla, un Harlem y hasta una gripe.
Un monumento en Londres a Blas de Lezo
Y otro en Cartagena de Indias.
Somos el país que, de tan fuerte según von Bismark, ha querido autodestruirse siempre sin conseguirlo.
Somos aquellos quienes a donde no llega nuestra mano, alcanza nuestra espada.
Somos moros, cristianos, judíos, fenicios, romanos, celtas y griegos.
Somos una canción de Cecilia… y otra de José Manuel Soto.
Pero también un guitarreo de Santana y un tango,
Sin el flamenco no existiría el vallenato.
Somos gitanos a la hora de comprar y sefardíes a la hora de vender.
Somos el agua del Guadalquivir y la nieve del Aneto.
Somos la bruma que baja del Teide y la crema en la ensaimada mallorquina.
Hemos exportado la paella y la siesta al resto del mundo.
Somos la alegría de un mundo serio.
Somos un país de pandereta, orgulloso de sus propios prejuicios.
Nos reímos hasta de nuestros fracasos.
Somos un poema de amor en una sociedad enferma.
Cuando el mundo se acabe, y los jinetes del Apocalipsis regresen a sus tumbas cósmicas,
Un gaditano contará un chiste
Y nos reiremos con Dios en el descanso eterno.
Miguel Díaz Romero.
11 de octubre de 2020, Torrevieja
Precioso, con tu permiso lo compartiré en las Redes,... Gracias. :)
ResponderEliminarAdelante, gracias a ti
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