NACHT UND NEBEL
Voy a dejarlo estar. La poesía es demasiado adictiva para una conducta inestable como la mía. Tengo que quitarme… dejar los versos… apartar la melodía de las palabras para siempre de mí.
Del mar surgen pianos, no sé distinguir entre versos y raíces. Hay una jeringuilla en el lavabo donde las golondrinas volverán sus nidos a colgar.
Creo que los momentos de más tensión son aquellos que te dan más motivos para escribir.
No hay fracaso en un Plan que no puedes controlar: que está fuera de ti.
Dolor de garganta, letras que bajan desde una boca seca para arder en el estómago, la música tan alta que no puedo oír el latido de mi propio corazón… plumas sangrando su tinta sobre el damero y las palabras luchando por salir.
Imagino el papel en blanco y las pupilas se me dilatan.
Aspiro la lignina de las páginas de Cholojov y, por un instante, estoy allí: observando el Don apacible. Y el lento flujo de las aguas, casi gélidas, derrotando al mar.
Creo que voy a empezar otra novela.
He roto unas quinientas sesenta y cuatro primeras páginas antes.
Mi gato, que se llama Bukowski, me mira desde el jardín en que se ha convertido el cruce de calles bajo el balcón. Hoy me enfrentaré en un pulso con Hillary Swank, donde seguramente perderé.
Los objetivos son inciertos cuando no sabes muy bien a quién apunta la flecha.
Quizá, en el fondo, todos seamos un Guillermo Tell con manzanas en la cabeza. Dijo Schopenhauer que todos nacemos y morimos empuñando un arma.
Nacht und Nebel. Für immer… hay una promesa en el sonido… when realize you’re livin’ in the golden years.
Desapareceré bajo una capucha negra. Arrojarán mi cuerpo al Río de la Plata cuando los poemas se acaben y ya no quede mate en la bombilla que sorbo a diario de la mano de mi propia Maga.
Fui V, sí… mi villano favorito… Pupete, para tú.
No podéis pedirme ser uno más. Ya dije que detesto lo de la cara de mascota recién comprada. No sé para qué os molestáis… soy un caso irremediablemente perdido, cuales perdidas son mis cruzadas.
No hay mayor símbolo de Libertad que la palabra escrita. Nietzsche dijo que cualquier grosería por escrito era más educada que el propio silencio.
Es difícil dejarlo… es difícil ver cómo se acaba un poema entre tus dedos y no llorar amargamente por el último punto y aparte. No hay mayor dolor que firmar una poesía, datarla y dejar que el olvido se adueñe de su vacío eco.
Me retumba el corazón adentro. Siento cómo mi mandíbula se disuelve debajo de mi rostro, diluido en el espejo… todos los utensilios del lavabo son gigantes vestidos de molino.
Hay quizá una mujer en mi cama. Oigo sirenas pasar por la Avenida hacia el Space Needle otra vez. Viene la pasma, los policías del pensamiento, y yo no he tirado mis libros al retrete.
Sé que van a matarme… he traficado con literatura demasiado tiempo, al filo de la navaja de sus prejuicios, como para no intuir este final. La sentencia de una muerte anunciada.
Corro al balcón, Bukowski, triste y azul, me sonríe para desaparecer con Alicia… salto al vacío.
El castellano me ha dado las alas.
Recorde aquell vell llibre de Baudelaire…
Soy, todos los momentos que tardo en despeñarme contra el final de mi adicción sobre la superficie acuosa del Mediterráneo, la belleza de la carne muerta bajo los crisantemos en flor.
Nacht und Nebel. Mi madre me buscará más allá de la Plaza de Mayo.
Más allá de Auschwitz, de un gulag de Murmansk, de Pyong Yang… recogiendo migas de literatura en el bosque a cada paso.
No puedo ni quiero terminar este poema… no quiero ni puedo dejar de pensar, ni tan sólo un momento. No puedo ni quiero abandonar estos escritos al viento. Pero debo.
El décimo hombre me coge del hombro; me susurra que deje de llorar, que los pinchazos cesaron y mis brazos vuelven a su color normal; que habrá otros horizontes más allá del Oriente, por donde sale el Sol bañando Náufragos con su luz; que tome aire e impulso…
Me subo a mi Charger y mi cabeza se prende en llamas.
Todos somos parte de la culpa, de la agonía, del Mal que asuela el mundo. Todos debiéramos enfrentarnos alguna vez a la mirada del Espíritu de la Venganza.
Torrevieja, 10 de diciembre de 2020.
Miguel Díaz Romero ©
Final de “Mi décimosexta pared”: próximamente poemario con versos inéditos en Amazon.
No hay comentarios:
Publicar un comentario