Me vais a perdonar...
Nací en 1982: perdonadme por los parches de Kiss, las cintas copiadas de los Judas y los Maiden, el monopatín haciendo ruido por la acera, las rodillas quemadas y las tardes en el parque comiendo una tableta de chocolate con leche entre el pan. Perdonadme ir solo al cole, con los compañeros, y las clases de inglés y mecanografía. Perdonadme por creerme Gokuh o Ikki, y jugar a patearnos la cabeza en mitad de charcos de sangre imaginarios. Perdonadme ir siete a la playa en un coche con plazas para cinco, sin cinturón de seguridad, y un tupper con tortilla de patatas lleno de arena... perdonadme por beber Cocacola sólo los domingos y ponerle esparadrapo a las gafas rotas. Perdonadme por ser un empollón cuatro ojos, capitán de los piojos, y juntarme con los más fuertes para que no me cayeran a mí las piedras de la peña del parque de dos calles más arriba.
Llegué a la adolescencia en 1996: perdonadme por contar chistes políticamente incorrectos. Perdonadme la cerveza barata y los paquetes de cigarrillos a medias, fumando a escondidas o cuando iba a sacar al perro. Perdonadme los cubalitros de kalimotxo en la acera, los conciertos de Mägo de Oz y de Lapolla Records. También la chupa de cuero a medida, la noche con los gitanos en Villarrobledo, y esas botas New Rock que gasté de barrio en barrio. Perdonadme las buenas notas, el trabajo en el campo en verano, las catorce horas al día en El Lengüetero fregando... para gastármelo todo en seis días de Moros y Cristianos. Perdonadme si mi primera novia vestía chándal y no se maquillaba. Perdonadme soñar con una república, ser comunista, rebelde con causas, incluso revolucionario. Perdonad las pelis violentas y las tardes eternas jugando al rol y al futbolín... eso también.
Viví solo en 2001: perdonad tener beca por estudiar en una universidad pública, sacar sobresaliente en el primer examen, volver a aprender valenciano. Perdonadme las horas muertas en la cafetería cuando todavía se podía fumar, y las manis por aquello que un día creímos justo. Perdonadme si alcé el puño, si canté la Internacional, si me enamoré y me destrozaron. Perdonadme las noches en vela de juerga y estudiando. Perdonad aquel festival en Moncófar, la banda sonora del Equipo A, tocar el djambé y dormir en la playa. Perdonadme si corrí alguna vez cuando vi a la Policía... si saqué notable de media en la carrera, si aprendí de mis éxitos y mis fracasos. Perdonad la lectura de Nietzsche, Camus, Huxley... perdonadme si devoré a Edward Said y con Fannie Flagg comí tomates verdes fritos. Perdonad también la poesía que escribí, los dibujos que realicé, a los amigos que dejé en el Cedro.
Empecé a trabajar en 2005: perdonad que no estudiase oposiciones para ser parte de un engranaje que apestaba, y lo sigue haciendo por todos sus poros. Perdonad despertar y darme cuenta de que la hoz y el martillo no formaban parte de mi batcinturón, y que los eslóganes de su ideología se me volvieron cadenas en la batcueva. Perdonadme por madrugar todos aquellos días y ahorrar. Perdonad que me lo gastara todo en lo que me daba la gana y tal... perdonad mi gimnasio, mi pizza de los viernes, mis litros de cerveza, la cena con los amigos. Aquel rollo de una noche. Quemar gasoil. Aguantarme el orgullo por no mandar al cuerno otra vez a mi jefe.
Conocí al amor de mi vida en 2007: perdonad si es mujer, colombiana, heterosexual y blanca. Perdonad que me quiera y la quiera, que nos queramos. Perdonadme si encontré a Dios yendo en pos de ella. Perdonad mi conversión, mi bautismo, rectificar y profundizar en mis nuevas creencias. Perdonadme si admití estar equivocado, si me enamoré de una mujer y de Dios casi al mismo tiempo. Si todavía les amo. Perdonadme por hipotecarme, perder mis ahorros, seguir trabajando y querer construir una familia. Perdonadme por pensar que mi vida sin ella no tiene sentido, y por querer despertar a su lado para el resto de mi vida. O imaginar que juntos envejeceremos.
Fui padre en 2009 y 2012: perdonad si tengo una hija preciosa, guerrera, con carácter, luchadora y más educada que yo; perdonad si tengo un hijo dulce, cariñoso, gamer y probablemente una de las mejores personas que haya conocido. Perdonad si ambos tienen género definido y han nacido en España, perdonadme si les repito a diario que vivimos en el mejor lugar del mundo. Que les regalo cosas en sus cumpleaños, que hacen su cama, que lavan la loza los sábados y los domingos, que no saben mucho inglés y que no juegan al fútbol. Perdonadme si en mi casa no vemos Telecinco. Perdonadme por llevarlos a la Iglesia conmigo, porque oran por las mañanas y porque leemos la Biblia en casa todos juntos. Perdonadme si cada mañana me levanto antes que todos para continuar por ellos y les preparo el desayuno. Perdonadme por querer llegar a fin de mes, que vayan a una buena Universidad si deciden estudiar en el futuro, por jugar a la Play 3 o ver My Hero Academy con ellos... perdonadme por querer que sean felices y libres. Perdonadme si alguna vez pierdo los nervios y les alzo la voz o les doy un mal ejemplo.
Perdonadme, por favor, os lo suplico... por enfadarme si se censura la Bola del drac. Si llevan a cabo una ley que va en contra de la división de Poderes del Estado. Si mueren compatriotas en residencias de ancianos. Perdonadme si suena el himno de mi país y me emociono, o lo silbo si ondea la bandera. Perdonadme si no enciendo la tele y cojo un libro... o un cómic, que es más probable. Perdonadme si me gasto el dinero que me gano a diario en un coche nuevo, en vacaciones con mis hijos y en ir a cenar a un restaurante asiático con mi esposa. Perdonadme si tengo valores cristianos y creo en Dios firmemente... más aún: sé que existe sin lugar a dudas. Perdonadme, aquellos que me conocéis y sabéis que no miento, si este mundo me revienta y esta sociedad que estamos construyendo; que a mí mismo, por formar parte de ella, se nos ha ido de las manos; me asquea. Perdonadme si opino que vivimos en la dictadura de los mediocres aunque yo sea su mayor ejemplo.
Perdonadme si podeís... y si no, borradme del feisbuk.
Miguel Díaz Romero
31 de marzo de 2021
Ahora te entiendo papá: tú no te pudiste callar ante la Dictadura, por muy muerta que ésta pareciera en el 73, y pagaste con dos años de cárcel por ello... ahora te entiendo papá, porque tampoco hoy parece ser que pueda yo callarme...
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