lunes, 27 de diciembre de 2021

Poesía: Renacimiento

Del polvo un susurro a voces, el dolor en el cuello y esa sensación de  haberlo vivido al menos una vez antes.

Es curioso cómo suceden las cosas, ¿verdad?

Como cuando sólo éramos aire...

En realidad nunca me rendí. Todos los lienzos blancos están manchados con algo, incluso los hay con sangre.

Laca de bombillas, una araña en el espejo, mi reflejo pálido y ojiplático contemplándose al fondo del abismo en Burjassot... los momentos infelices y las tardes esperando en el portal.

Hay un coche rojo y blanco torciendo la esquina de la Calle Alicante desde el Camino Viejo de Elda constantemente.

Tendría que haber sido uno de los grandes poetas de este siglo. Un novelista de éxito a cuyas presentaciones acudieran en masa los ávidos de nuevas historias que leer.

En cambio, me convertí en el mendigo que, siempre a mi lado, es héroe de leyenda y compañero de viaje.

Mi padre solía decir que las personas como nosotros sólo valíamos para el exilio, o una celda...

Exiliado del mundo, me proyecto en la futura biblioteca que reinará mi casa; en cuyo jardín jugarán mis nietos con gafas virtuales a cortar un césped de mentira; releyendo "El tribunal de los búhos" de Snyder y Capullo. 

Soy el temor del último libro al sentir las llamas acariciar el cartoné de su portada. 

El sudor de los ángeles tirando hacia arriba de los antebrazos de Atlas.

Todos los rostros del pasado ahora son menos que ceniza, y sinceramente no sé cómo he llegado a este lado del puente. Soy incapaz de recordar cuándo lo crucé, ni si quiera haber tomado la decisión de hacerlo.

Tengo la sensación de que los ríos nunca existieron. Un vacío loco, silencioso, cernido por todo aquéllo que pudiera dañarme.

Vivo sobre el algodón, subiendo la cuerda anudada hacia el Cielo. Molinos de viento vuelan entre las nubes. Un segundo de un videoclip de Gorillaz. Las manos de mi madre.

Un suspiro, otra vez. Un llanto opacado, quizá de cocodrilo. Un crujir de vértebras cervicales. Huele a almizcle. Con vistas al mar y dos aceitunas clavadas a un palillo que descansa al borde de la copa. Cristal.

Un verso ilegible.

En 2022 todo esto habrá terminado; y tal vez los vea pendientes de mis palabras. Y ése sea el momento más feliz de mi vida. Vestidos blancos. Fuera del alcance del orgullo y la pereza. 

Tengo que ponerme a trabajar...

Miguel Díaz Romero

27 de diciembre de 2021


 

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