Bajo el
cielo siempre negro,
De
tormentas embravecidas en torno al volcán,
Duermen
los cuerpos de los muertos.
Es como
si los siglos todavía no hayan pasado,
Y un
Caín amenazante sostenga la piedra
Con al
cual asesinarán a todos los hermanos.
El
mundo se ha colapsado de ira,
Fecundo
está de todas las desdichas;
Embriagado
con la sangre que cubre hasta el freno de los carros,
Millones
de estadios.
Sostienen
verdugos negros filos adamantinos,
Que
burlan la paz en las pantallas del circo.
Hablando
de amor:
Seguimos
pequeña siendo mariposas encendidas,
Cuales
campanillas de fuego
Germinan
zumo de frutas.
Hay
obreros altos que ya no escuchan
La
música gloriosa de las galeras.
Ya no
rompen en llanto las madres
Al
ahogarse sus vástagos
En ríos
de gasolina.
Qué ha
sido del monte, padre;
A dónde
emigró la risa…
Sé por
qué se auto exilió la verdad
Y los
espíritus del tiempo y del bosque sollozan.
…he
escrito las letras…
Mirando
al mar, veo sus guadañas
Sedientas
del Caos.
Son
esclavos del Leviatán devorador,
Llevan
en sus frentes el número de la
Bestia.
Hermanos,
el tiempo está cerca.
Las
niñas ya no jugarán…
Los
parques son campos de minas.
Los
niños ya no soñarán…
Colgados
sus cuerpos sangrientos de tinta.
Y la
caja tonta continúa destilando,
A
fuerza de pensamiento cero,
El vino
amargo de la ignominia.
Cuidado
amor, tú no temas:
Yo
cuidaré de ti hasta el pijama de madera.
El
rostro mudo, en blanco y negro, del poeta.
La rota
boca del viejo,
El
sarmiento que no renueva…
Qué ha
sido del arco iris, madre;
Que nos
han quitado la lluvia…
Y la
venden a plazos la parca y la musa.
Mis
manos porcelanas quebradas.
Verso
que te quiero verso.
Belleza
infinita,
Que la
bolsa de plástico izas,
Y la
‘violet carsons’ coloreas.
Bien
Supremo.
Tabaco
de La Comarca.
Respirar
profundamente y esperar.
Esperar
no ser como ellos,
Como
los que a golpe de ignorancia
Convierten
el agua de vida
En
pestilentes ríos de gasolina.
Ω
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