domingo, 15 de noviembre de 2020

Poesía: El ciclo sin fin

Desando el camino diciéndome que no puedo encontrar en el pasado lo que necesito mañana...

El último heavy sorbe de la lata de cerveza,

Con "Heart of steel", el cover de Thunderstone, de fondo...

Hay una Harley Davidson que nunca tuve aparcada junto al hangar aeronáutico.

Hay un juego de cristales bajo los blásters,

A oscuras en el pozo sin fondo de mi inconsciencia colectiva.

Hay una línea blanca sobre la puerta,

Una valla metálica cortada en trozos y encerrada en una jaula de vino y de humo.

Todos los cortados en El Cafenet.

Hay una partida de parchís interminable entre catálogos y apuntes de biblioteconomía.

Hi ha una serveseta pendent a la cafetería de la Facultat,

Que plora eterna.

Son todas las lágrimas de todos los llantos que vinieron antes que tú,

Para olvidarlos en cada paso de página entre tus brazos, mi vida.

Recuerdo el sonido de los tambores en la noche, de una guitarra sorda, del griterío...

De la furia, el ruido y la algarabía. De madrugadas eternas con el Equipo A.

A veces me despierto y creo seguir allí:

Rodeado de la bruma terrígena que nos convertía en mutantes.

Del mar siguen surgiendo pianos, de vez en cuando, sedientos de manos como las mías.

Soy el viento, el olor a jazmín y, de repente, roca fundamental, piedra de ángulo...

Muro de carga.

Arquivoltas sobre los capiteles que sostienen los contrafuertes del Tiempo

Y forman las raíces profundas de los pináculos que sólo pueden apuntar al Cielo.

Hay un Atari polvoriento esperándome en las tinieblas de una cochera sucia en Petrer.

Y una partida al Red Dead Redemption esta noche, mientras sea domingo.

Todos los momentos, como los vividos por Hauer en Orión,

Se perderán como lágrimas en la lluvia... en el ciclo sin fin.

El ciclo sin fin...


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