sábado, 31 de julio de 2021

La generación timada

Resuelto a eliminar mis redes sociales, sé que esta publicación no alcanzará ni las veinte visitas. Sin embargo, sigo escribiendo.

Nos perdimos en un océano de incertidumbre. Cuando tuvimos la certeza de que hacia donde nos guiaba la brújula era cualquier cosa menos el norte.

Vosotros ya lo teníais hecho: con vuestras quejas por el hambre que pasasteis en los cincuenta y los sesenta; por lo mal que se vivía sin libertad cuando Franco aún vivía; siempre contando batallitas sobre vuestras primeras elecciones democráticas y la firma de La Constitución del 78 que no habéis sabido defender.

Coche en la puerta, piso pagado en cinco años con un préstamo personal, un par de zapatillas y veranear en la casica del campo o el microapartamento de Torrevieja. Era una mala vida, ¿verdad? 

Pagar la Universidad de vuestros hijos con las becas, y que ellos se pagaran las fiestas de Moros y Cristianos con lo que habían ganado en verano recogiendo cardón, manzanas o cereza.

Padres de la generación timada.

Sí es cierto que brama mi armario con más pares de zapatos de los que tuvo mi padre a lo largo de toda su vida. Sí es cierto que ahora hay play station, teléfono móvil y cuenta de Whakoom y Netflix.

Sí: lo tenemos todo sin ser los dueños de nada.

Nos pintásteis un futuro que no íbais a vivir de un color de rosa que no creasteis. Nos engañasteis.

¿No sois vosotros, los hambrientos del pasado, quienes habéis inflado el precio de la vivienda? ¿No sois vosotros, los descalzos de la Dictadura, los dueños de los supermercados y las tiendas? ¿No sois vosotros, revolucinarios de fin de semana, los burgueses que ahora nos atan al cuello la soga?

Juventud idéntica, sí. Pero jubilación idéntica también.

Os veo correr hacia la playa como zombis en bañador y chanclas, ataviados de vuestras silletas, neveras y horteras gorras de capitanes de la marina... ¡pero si os mareáis sólo de ver un barco, hipócritas!

Todos esos cuentos de que no pudisteis ir a la escuela porque había que trabajar, echando la culpa a vuestros hijos de que su vida era más "fácil" que la vuestra. Qué no daría un padre de tres hijos en el paro y con carrera universitaria por no haber estudiado nunca si por ello tuviera pan para su prole.

Se ve que os gusta la revancha.

Criais a nietos sin valores dándoles el dinero que su padre no tiene bajo la manga; guiñais el ojo, contais una historia de cuando la guerra, que no vivisteis, y a la vez os lamentais por lo dura que fue la vida pidiendo otra cerveza.

Pobres de cuna con el Mercedes más grande que "haiga" en la puerta.

Seguramente, como en 2008, la culpa la tengamos nosotros, vuestros hijos trabajadores, por comer mortadela de la buena.

El sol cae sobre los lomos de los que no son de aquí. Se desploma sobre ellos, cargando los bultos que los nativos no son capaces de cargar. 

Ha fallado vuestra ilusión del Estado del Bienestar. Nos creasteis un castillo de naipes en el aire, nos disteis todo aquello que vosotros no pudisteis tener... para acabar sin nada, vosotros y nosotros. 

Nos llamaron la generación equis porque somos los únicos capaces de programar un video VHS y hackear el Plantas vs Zombis de la ps3 con un mod... pero en realidad sólo somos la generación timada. 

Encargados sin quererlo de mantener a una juventud perdida, desempleada e idiotizada... nieta de aquellos que montaron un chiringuito finito, que por tiempo no conocerán. Y que nosotros padecemos.

Miguel Díaz Romero

31 de julio de 2021


 


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