Hay cosas que me gustaría decir, y quizá escribir aquí, en una agenda laboral donde apunto mis citas y lo que debo hacer en mi trabajo. Es un buen trabajo. Cómo he llegado aquí no lo sé. De hecho cada vez sé menos cosas y me divierto más. He visto el mundo cambiar dándome cuenta de que los que han cambiado son mis ojos. Aforismos sociales y políticos que me callo en facebook por no hacer saltar las alarmas de una conversión perenne. Ya no soy ese muchacho altanero, quien gritaba cosas que ni si quiera él podía entender. Se apropiaron de mis ideaa y, al ponerlas sobre el espejo, me di cuenta de que todo colisiona, se enfrenta y ofende... no hay convivencia real en mi amada Europa. Todos luchan entre sí, alimentando insensatos su propia vanidad. Hay quienes luchan por el dinero también, como si les fuera a aprovechar el oro en el sepulcro. Vivo en un mundo de ciegos, todos, pero lo peor es que creen ver, y casi te obligan a estar tan ciego como ellos. Se creen libres, y son esclavos de un partido político, de un cura o un imam, del dinero o de sus jefes. Es sábado por la mañana, hace calor y tengo dos horas y media de espera a que alguien entre por esa puerta buscando un piso de alquiler que no dispongo. He conocido a millonarios que urgen vender sus mansiones ahora que el Hambre les acecha. Y a pobres que desean seguir siendo pobres porque es más cómodo vivir así. Ciegos los dos. He conocido la mentira y la hipocresía en sus formas más primitivas y humanas. Pero ya no las miro con espanto o con rabia; las contemplo con cierta ironía en una sonrisa que para algunos dice más de lo que calla. Ellos sabrán... no pienso desperdiciar ni una gota de mi saliva... ya no. Este texto no es para ellos, ni siquiera para ti, tal vez sólo sea para mí. Para poner por escrito parte o todo de lo que quiero decir. Soy un Pérez-Reverte anónimo y mileurista, qué más puedo pedir. Lo tengo todo menos la fama y lectores... que algún día tendré, pues mi palabra sigue siendo Ley. Dos niños preciosos e inteligentes; una mujer maravillosa, guapa y que además, Dios sabe por qué, me quiere. Un trabajo de chupatintas en una inmobiliaria. Un coche en el taller y un piso en el mejor pueblo de España. Vivo frente al Mediterráneo y controlo a la perfección el mejor idioma del mundo. Tengo cuatro libros publicados y un bolígrafo como arma contra los encadenados perpetuos en la caverna de Platón. Tengo la poesía que no escribo en las venas... y una interrupción del hilo extraño de mis pensamientos.
Ha habido un cambio de mentalidad, ideología, principios, teorías y prácticas en mí, que necesito de etas lagunas de letras para echar mi barca y reconocerme en el reflejo sobre el agua. Quienes me conocieron ya no me conocen. Ya no hay necesidad de 'air guitar' y cubata. De conversaciones interminables cuales sofistas trasnochados. De vino y hachís. De opinar cambiar el mundo simplemente opinando. Todas las políticas y sociedades me parecen iguales. La filosofía al fin es un método práctico y no meras teorías para vomitar en tertulias nocturnas. Me he despojado del plomo y del plástico que me ataban al precio. En mi ruina he aprendido lo rico que puedo llegar a ser. Y esto sólo ha hecho que empezar. Pues sólo quiero por riqueza la pasión de Dios recorriéndome el alma cuando alabo. Y completar la colección de cómics de Masacre; no todo en la vida va a ser abstracto. Hoy disfruto del sueño de los trabajadores si el calor no aprieta demasiado. Y el resto me da lástima. A veces trato de publicar lo que pienso por ver si a alguien más le está pasando lo que a mí... pero suelo hallar polémicas, contraargumentos sin sentido; gritos irrelevantes y lemas políticos vacíos. Por eso no hablo a un mundo ciego y sordo... porque quienes me escuchan no están ahí. De hecho creo que sólo me escucha mi mujer... y cada vez menos; no porque ella cierre los oídos; sino porque yo cierro la boca. Algún día mi editor o editora publicará esto en el cuaderno de "Un día, un verso", de forma retroactiva con el deseo de que las obras de Miguel Díaz Romero estén a la venta... y tú, que ya me conocerás por haberte leído alguno de mis libros, te preguntarás por qué no hablé/escribí más. por qué no tuve a alguien que llevara mis redes sociales; por qué dejé de intentar ser un escritor más del elenco que tenemos en la España actual;... sencillo y complejo a la vez: soy tan romántico que no puedo ni quiero ser otra cosa que feliz. Y ya tengo, gracias a Dios y a mi familia, la felicidad. No aspiro a vender más libros que otro, sólo quiero que tú, sí: sólo tú al menos, me leas y te digas a ti mismo: "este tío estaba como una cabra".
Miguel Díaz Romero (c) 2018
Muy Grande Miguel
ResponderEliminarGracias!
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