Nunca subestimes el poder de la estupidez,
a menos que lo compares con el de la ignorancia.
En un mundo de ciegos, el tuerto es oprimido, silenciado y menospreciado...
hasta que su inextinta voz se reduce a este papel y estos escasos trazos.
El mundo reducido a unas líneas sobre el papel,
cuando el huracán de los afanes mundanos se aquieta,
por un segundo,
y volvemos a ser nosotros mismos
en la matriz materna de nuestras mentes.
Miguel Díaz Romero (c) 2018
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