Este pensamiento o idea se me ocurrió los primeros días de confinamiento o
cuarentena, cuando mucha gente decidió abandonar sus residencias habituales
para dirigirse a sus segundas residencias como Torrevieja, donde vivo desde
hace unos tres años. Así pues, mi crítica inicial era y es que el
#quedateencasa que hoy, 9 de abril de 2020, todo el mundo entona, esos días
brillaba por su ausencia y fueron múltiples las infracciones del confinamiento
cuando se declaró el estado de alarma. Hoy día siguen llegando videos de gente
insolidaria que se lo salta y a quienes o bien multan o bien encarcelan las
Autoridades. Partiendo de esa crítica, me dirigía al Gobierno y lo criticaba
también por no haber previsto o aplicado de una manera más férrea este
confinamiento que, al fin y al cabo, puede ser la única manera de que el virus
se vaya aislando por mucho que no nos guste: yo soy el primero que ha perdido
el trabajo por ello y que, con dos niños en casa, se las está viendo y deseando
para entretenerlos lo mejor posible. Aludiendo en que, tras esta crisis global,
no sólo España sino muchos países tendrán que contemplar la posibilidad de la
teoría del “Décimo Hombre”:
Esta teoría aparece en la peli “Guerra Mundial Z”, cuando Brad Pitt llega a
Israel como único país al que la infección zombi no ha llegado desde Asia… el
90% de las películas del tema se inician en Asia, como el covid-19. Pues bien,
el funcionario israelí comenta a Brad Pitt que ha sido gracias a que, el primer
día que hubo un foco epidémico zombi en Asia, Israel empezó a levantar un muro
en el centro del país y contuvo tras ese muro a toda su población como medida
preventiva, haciendo caso a la opinión del décimo hombre. Se trata de que, de
los diez expertos en la materia equis que plantee un problema para el país
equis, se haga caso a la idea o propuesta de protección más descabellada: lo
que parezca imposible, lo que menos podamos pensar, la consecuencia más extrema
y disparatada que tales expertos lleguen a imaginar que pueda pasar aunque sea
la menos probable de todas las consecuencias barajadas o escenarios previstos. En
aquella entrada, por lo tanto, me preguntaba si alguna vez ha existido un décimo
hombre en el Gobierno español, en el Consejo Europeo, o en cualquier otro país;
y planteaba la necesidad, visto el desastre en que ha derivado la gestión de la
crisis del covid-19 llevada a cabo por el Gobierno actual, de crear esa figura
para prevenir, en un futuro que cada vez será más inmediato, los azotes y
desastres que van a ir poniendo a prueba a la Humanidad y a las sociedades,
naciones, Estados, de aquí en adelante.
Apuntando además que no nos vale, como ciudadanos, “el mal de muchos,
consuelo de bobos”; porque no podemos quedarnos de brazos cruzados cuando en
otros países cercanos a China o a Italia, mientan o no en sus cifras, parece
que la injerencia del virus ha sido mucho menor tanto en cifras como en
porcentaje de infectados y fallecidos por habitante. Apuntando también que el “ande
yo caliente, ríase la gente” o el “dame pan y dime tonto”, del que tanto gusta
la idiosincrasia de la picaresca en España debe acabar de una vez; ya que por
los pocos insensatos que no vieron peligro en la pandemia, ahora está muriendo
gente cuyas tragedias se podrían haber evitado con mayor conciencia social, una
prevención rigurosa y una organización mejor.
Así pues, si sirve de algo para el futuro, espero que algún gobernante se
piense lo del décimo hombre tras leer esto o si otro ha tenido mi misma idea;
que seamos más conscientes de que el bien común nos pertenece como objetivo a
todos los individuos de la sociedad, por muy en contra de ella que estemos a
nivel de opinión política; y que la Humanidad por entero recapacite de la
deriva libertina a la que parecía abocada desenfrenadamente y se pare a pensar,
aunque no tenga fe y sólo sea por si acaso, en que debemos redirigirnos hacia
una escala moral de valores objetivos y primordiales si queremos sobrevivir
para que estas maldiciones; porque al fin y al cabo son lo que son; no tengan
la repercusión letal que pueden alcanzar de no hacerlo.
El ser humano está siendo puesto a prueba: unos sabemos que es Dios; otros
lo creen; a otros esta teoría no les interesa y piensan que es la propia Naturaleza
o el planeta quien pone a prueba a un parásito en el Edén; pero, sea cual sea
nuestro punto de vista, no podemos negar que estas pruebas se dan cada vez que
hay un conflicto, un huracán, un terremoto o cualquier efecto meteorológico
devastador, así como un virus, una epidemia, una nueva enfermedad… por eso
animo, desde este altavoz que es la palabra escrita, a todo aquel que quiera
escuchar que reflexione, recapacite, mire adentro y, si algo no le gusta, si
algo está haciendo mal, cambie… porque no tenemos nada que perder por cambiar y
mucho, muchísimo, que ganar.
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