Vuelvo a ver el mundo, tras unos meses de combustión espontánea y automutilación, como una toma de corriente de 12 voltios.
Todos somos bombillas conectadas a la red que nos suministra la energía necesaria para encendernos.
Tirando del cable, de manera infinita, para tratar de alargar nuestra libertad lo máximo posible.
Siendo conscientes, y no en todo momento, de que el enchufe puede dar de sí y desconectarse de la fría y blanca pared a la que vitalmente nos anclamos.
Nuestra libertad depende de la longitud del cable: nada más. Porque sabemos que en cuanto seamos totalmente libres de él, irremediablemente nos apagaremos.
Desenchufados, sin energía, sólo seríamos bombillas apagadas que se acaban rompiendo en elgún sucio cajón.
Enchufados, brillantes, arrojando luz al mundo, carecemos de verdadera libertad.
Todos somos como la bombilla de la imagen.
Dependientes de la electricidad que hay tras las paredes de la gran caverna, que el dios-máquina nos suministra, deseando caminar hacia la oscuridad sin poder hacerlo.
Miguel Díaz Romero
3 de noviembre de 2021
Esta imagen es un psp realizado a partir de una foto publicitaria encontrada en Internet |
No hay comentarios:
Publicar un comentario