3.2. EL LIBRO Y LAS BIBLIOTECAS
EN LA EDAD MEDIA.
Diez siglos de la Historia
de la Humanidad, desde la caída del Imperio Romano, en el S. V, hasta la toma
de Constantinopla por los turcos, S. XV, fecha en la que se inventó la
imprenta.
El libro medieval no
fue un objeto cotidiano debido al esfuerzo y a la casi inexistente demanda por
el analfabetismo generalizado.
ALTA EDAD MEDIA:
Hasta el S. XII:
cultura grecolatina custodiada por la iglesia católica. El monasterio se
convertiría en la pieza clave para el libro y las bibliotecas. En Oriente,
comunidades cristianas coptas o bizantinas fundaron monasterios desde los que
se difundió la cultura griega, entre ellos el Studion de Bizancio y los veinte
del Monte Athos. SS. VI y VII: numerosos monasterios de distintas órdenes
religiosas, benedictinos: atención al libro organizados según la regla “ora et
labora” de San Benito (“reza y trabaja”): “La
ociosidad es enemiga del alma; por eso han de ocuparse los hermanos a unas
horas determinadas en el trabajo manual y a otras horas también determinadas en
la lectura divina”. Monjes: trabajo manual, oración y lectura. Traducir o
copiar libros en el scriptorium, habitación aislada con atriles y luz natural.
Copista o escriptor librarius, rubricator o encargado de títulos y letras
capitales, iluminator o miniaturista, ligator o encuadernador y armarius o monje
supervisor. Forma: Códice manuscrito en pergamino, fabricación: preparación del
pergamino, pieles de cordero, cabra y ternero (vitela: pergamino de cordero o
cabrito lechal) > copia del texto, pluma de ave o cálamo de caña, dejando un
hueco para las iniciales que se ornamentaban con colores (iluminación) >
encuadernación, cosido lateral de cuadernos con numeración romana y cubiertos
generalmente con tapas de piel o madera revestida de cuero (encuadernación
bizantina o a la griega: en orfebrería). El pergamino era un material costoso:
palimpsestos como el “Codex ovetensis” de El Escorial. Utilización de
abreviaturas y signos para las palabras más frecuentes. El aislamiento determinó
el nacimiento de las escrituras nacionales: visigoda en España, merovingia en
Francia, etc. S. VIII: letra minúscula carolina, más uniforme, sencilla y clara,
de importancia capital para la Historia del libro y para la unificación
cultural europea. En Oriente: letra griega de Bizancio. Biblioteca: la Biblia
fue el libro por antonomasia, textos de los Padres de la Iglesia, los dedicados
al cultos y los de autores clásicos. Monasterios de Montecasino, Vivarium y
Bobbio (Italia), Saint Gall (Suiza), Lindisfarne (Inglaterra) y Ripoll
(España). Aquisgrán: sede de la corte imperial de Carlo Magno, done éste fundó
la Escuela y la Biblioteca Palatina, funciones de lo que hoy entendemos por
biblioteca nacional, universitaria, pública y archivo.
ESPAÑA, ALTA EDAD
MEDIA: Reconquista.
LA ESPAÑA VISIGODA:
Toledo y San Isidoro de Sevilla, “Etimologías”. Códice de las “Morales” de San
Gregorio. Las bibliotecas visigodas más importantes estuvieron vinculadas a las
escuelas episcopales de Sevilla, Toledo y Zaragoza.
LA ESPAÑA MOZÁRABE: Los
“Beatos”, forma abreviada de llamar a los comentarios del Apocalipsis en alusión
a la obra del Beato de Liébana. Códices profusamente ilustrados con miniaturas
mozárabes. SE conservan algo más de veinte beatos por todo el mundo. La BNE
custodia el “Beato Facundo”.
LA ESPAÑA MUSULMANA: Abundancia
de libros, especial mente El Corán. Caligrafía árabe muy ornamental: cúfica
(alargada) y neshí, reflejadas de la forma más bella en la Alhambra granadina.
Difusión del papel: hacia el año 110 llegó a Europa desde a través de España (Xátiva).
Libro cristiano más antiguo escrito en papel: misal conservado en el Monasterio
de Silos. Esplendor cultural del Califato de Córdoba: bibliotecas califales,
Al-Hakam II en Córdoba, volúmenes traídos de Alejandría y Damasco, Toledo:
centro transmisor de la cultura árabe en Europa; bibliotecas de las mezquitas,
escuelas adjuntas o madrasas, catálogo y clasificación temática; bibliotecas
particulares de bibliófilos árabes.
BAJA EDAD MEDIA:
Renacimiento urbano,
recuperación económica y nueva mentalidad. La actividad cultural pasó del
aislamiento del monasterio al cosmopolitismo de la ciudad. El libro se
diversificó en sus usos y temáticas y cambió sus características físicas: Texto
dividido en dos columnas y segmentado en capítulos, puntuaciones nuevas como el
calderón Ç; Tamaño cada vez más pequeño; Ilustración al estilo gótico, bandas
decorativas que perduraron hasta después de la imprenta; Escritura o letra gótica
o escolástica; Sustitución del pergamino por el papel; y Predominio del latín
que dejaría paso a las lenguas vernáculas. Dos instituciones por excelencia: la
CATEDRAL y la UNIVERSIDAD.
LAS ESCUELAS
CATEDRALICIAS: Provistas de escritorio y biblioteca. Verona, York, Durham,
Oviedo, Gerona y León.
LAS UNIVERSIDADES:
Derivación de las escuelas catedralicias, con entidad propia. S. XIII: se
fundaron la de Bolonia, la Sorbona y las de Oxford, Cambridge y Toulouse.
España: Palencia 1212, seguida de Salamanca y Valladolid. Libro universitario:
instrumento de trabajo, consulta y préstamo bajo fianza, determinó el resurgir
del comercio de libros. Los estacionarios o libreros los prestaban a los
estudiantes para que los copiaran por piezas (pecias) a cambio de un
determinado pago. Bibliotecas universitarias, modelo: sala de lectura, de
planta basilical, con bancos como las iglesias; libros encadenados colocados en
atriles; libros de préstamo bajo fianza, guardados en un baúl. Con reglamentos
internos y el cargo de bibliotecario solía recaer en un profesor o estudiante.
OTRAS MANIFESTACIONES:
Libros litúrgicos: Antifonario (contenía las antífonas de la misa (desde el S.
VIII), Breviario (contiene el rezo eclesiástico de todo el año, excepto la misa
(S. XII), Diurnal (rezos de las horas menores), Flos Sanctorium (vida de los
santos en el orden en que los celebra la Iglesia), Gradual (libro que contiene
lo que en la misa se canta por el coro), Himnario (los himnos del oficio
divino), Homiliario (homilías o sermones dispuestos según el orden de las
fiestas del año (S. IX), Leccionario (libro de coro que contiene las lecturas o
lecciones del oficio), Liber Commicus (lecciones litúrgicas tomadas de los
profetas, epístolas y evangelios (S. X), Libro de coro (libro de atril que
incluye salmos, antífonas, etc. con la correspondiente notación musical), Libro
de Horas (rezos o plegarias para todos los días del año y las horas del día (S.
XV), Manual (ritos que deben administrarse en los sacramentos), Martirologio (catálogos
de mártires y santos conocidos), Misal (libro que contenía el texto de la misa
para todos los días de año y que el sacerdote usaba en el altar), Oracional
(contenía las oraciones y los capítulos del oficio divino en el orden del
calendario litúrgico), Pasionario (contiene la historia de la pasión de
Jesucristo, o el canto para la Pasión de Semana Santa), Penitencial
(penitencias públicas, oraciones de los penitentes y absoluciones; guía de
confesores (S. XII), Procesionario (oraciones que se cantan en las
procesiones), Sacramentario (fórmulas sacerdotales para la celebración de la
misa), Santoral (antífonas en canto, lista y festividad, vidas y hechos, de los
santos). Los libros de horas destacan al ser para la realeza, la alta nobleza y
la burguesía adinerada: “Très riches heures du Duc de Berry” (“Las muy ricas
Horas del Duque de Berry”).
Bibliotecas reales: S.
XIII, Alfonso X el Sabio: obra jurídica (“Código de las siete partidas”),
literaria (“Cantigas a Santa María”), científica (“Libro del saber de astronomía”),
recreativa (“Libro del ajedrez”) e histórica (“Crónica General”). Otros reyes
bibliófilos: San Luis y Carlos El Sabio, Biblioteca Nacional Francesa.
En el S. XV finalizó la
Edad Media y se produjo el despertar del Humanismo, movimiento intelectual que
supuso el renacer de la cultura clásica y el gran desarrollo de las letras y
del libro, antesala a la imprenta.
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