viernes, 22 de enero de 2021

Poesía/reflexión: Et poenas

 

ET POENAS

 

“Enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma; y sembraréis en vano vuestra semilla, porque vuestros enemigos la comerán.

Y quebraré la soberbia de vuestro orgullo.

Vuestra fuerza se consumirá en vano, porque vuestra tierra no dará su producto, y los árboles de la tierra no darán su fruto.

Añadiré sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados.

Traeré sobre vosotros espada vengadora y buscaréis refugio en vuestras ciudades, yo enviaré pestilencia entre vosotros, y seréis entregados en manos del enemigo.

Haré desiertas vuestras ciudades y asolaré vuestros santuarios.

Infundiré en vuestros corazones tal cobardía, que el sonido de una hoja os perseguirá, y huiréis como ante espada, sin que nadie os persiga.

Tropezar[éis] los unos con los otros y pereceréis entre las naciones, y entonces [os] someter[éis] al castigo de [vuestras] iniquidades; por cuanto menospreci[ásteis] mis ordenanzas, y [vuestra] alma tuvo fastidio de mis estatutos”.

Adaptación de Levítico 26: 14-43. Reina-Valera 1960.

 

Arenga a las naciones. Diles lo que están haciendo mal, y serás condenado por tus conspiranoicas y apocalípticas profecías.

Diles que se dejen de juegos, que se pongan a trabajar en serio por el Bien Común; y te tacharán de loco, de idealista, de luchar contra el viento y de remar en contra de la corriente.

De oveja negra. De majadero. De soñador inútil y perpetuo.

De fanático.

Cuando los homo muridae terminen de conquistar el mundo – que otrora ya les queda poco – y se hagan con todo el queso que hay sobre la Tierra, ¿miraremos hacia atrás? O nos despedazaremos entre nosotros por un rayo de luz entre las tinieblas.

Desmemoriados, ignorantes, ofendidos, cobardes… sufriendo el castigo por nuestra inconsciencia colectiva. ¡Y no despertamos ni una sola vez de nuestras cómodas angustias!

Así, así queréis que me calle. Que escriba de zombis, de escenas románticas subidas de tono, de la última vez que alguien se drogó, de chismes, de vanidad, de lo que voy a hacer de comer y de cómo os sienta el burdo maquillaje. Pues no me da la gana.

No voy a escribir un thriller que acabe igual que todos. No voy a poner a fornicar a mis personajes para que tú sueñes con sus brazos. No soy el novelista que arremete contra cruces, por muy lejos que estén de mi fe, ni aquel que publica a los cuatro vientos tu corrección política… no.

Seré recordado como el infame cuando me lean en los azucarillos virtuales de los cafés robóticos en el futuro.

Sí: ese que sólo hablaba de lo mal que lo estábamos haciendo… dirán los abuelos a sus nietos hombres rata, mirando mi fotografía en un periódico viejo sobrevolando su cloaca.

Te preguntas por qué tanto ego. ¿Qué me hace pensar que estará mi imagen en un periódico volando en 2075? Que la Justicia existe… que nací para escribir ser esto. No es ego saber, a ciencia cierta y con el corazón en la mano, que vas a lograr todos tus sueños.

Me he zambullido esta mañana con el pensamiento en el estómago del Mediterráneo.

Me engulle con sus olas de cartón y hierro, me asfixia hasta que su amor por mí nos hace eternos.

Es como convertirse en una botella de cristal llena de leche, sin tapón, al descender a la velocidad de la gravedad tras ser arrojada por el balcón de un edificio muy alto: soy todas las mariposas que explotaron cuando al primer Hombre se le ocurrió exprimir una naranja para hacer zumo.

Atalaya en un mundo sordo. Lo veo, desde hace mucho tiempo, todo en blanco y negro.

Ayer me escapé con Orwell a Seattle… hacía tiempo que no comía burritos en un Taco Bell con Wade Wilson… me encantó la última vez que bailamos, tú y yo, al son de Paco de Lucía en un tablao colombiano… soy aquel que bebió, bebe y beberá, cerveza en el cráneo de sus enemigos.

Me he transmitido a mí mismo al espacio en blanco que tranquilizó a Kingpin.

Las calles vacías, el sol poniéndose. Brisas frías desde el este por Náufragos. Un par de coches. Bares cerrados y tiendas con persianas llenas de horribles pintadas. Una patada a una lata. El paseo debajo de los árboles, húmedos y tremolantes por el viento. La gente se está muriendo, literalmente, en Unidades de Cuidados Intensivos, y a ti te importa más que Trump haya sido destituido.

Sálvame tomate, por Dios…

Si tuviera una máquina de hacer pelotas de azufre y fuego, ten por seguro que lloverían hasta devastar todo este circo. No dejaría ni las cenizas del recuerdo de un solo cimiento.

Me duele la garganta de pensar en vosotros. Tengo tantas ganas de llorar por el mundo que aprieto los párpados con fuerza para no pensar… para ser aire… gracias al Cielo que no soy humano.

Ya está éste otra vez con lo mismo. La misma monserga. El mismo sermón… qué fastidio, ¿verdad? Pues así de cansado estará Él de advertirnos y que no le hagamos ni puñetero caso.

Sois el niño que se cae del patinete después de que su madre le diga que no haga eso.

Papel en blanco. En blanco mesas sin nada que comer. Recibos impagados. Play Station 5. Faltan jeringuillas y sobran políticos. Silencio. The walking dead. Toque de queda. La alambrada protege a las ovejas negras. Cabras locas. Sin pasión, sin libros que leer, sin pianos. Silenciados. Violentos manipulados. Abismo. Casa sobre arena. Nieblas y luces artificiales que no calientan. ¿Dónde, oh madre, se ha ido el Sol? ¡Padre, nos lo han quitado!

Sufrid, sufrid… sin daros cuenta de que estáis sufriendo… bailad, bailad con la soledad de vuestras opiniones sesgadas y vuestro revisionismo…

Aunque esté cansado, no dejaré de repetiros, porque os amo como a mí mismo, que no habrá paz para los malvados.

Miguel Díaz Romero ©

Torrevieja, 22 de enero de 2021.


 

 

 

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