El diccionario nos dice que la algidez es la "frialdad mórbida extrema". Con que la algidez moral sería, en el concepto que ha irrumpido en mi mente tan sólo hace unos minutos, la "frialdad moral mórbida y extrema"... que es lo que padece, consciente o inconscientemente según intereses o ignorancia en cada caso, un buen porcentaje de la Humanidad en la actualidad.
Los hombres-rata, u homo muridae según la ciencia, suelen ser los portadores de este mal, tan viral como cualquier microorganismo físico, pero de más rápido contagio al ser abstracto, virtual, apreciable pero sutil. Y es ahí, en el ámbito de la sutileza y en colaboración del Tiempo donde el virus conceptual de la algidez moral, alcanza sus más óptimos medios de reproducción y contagio. La algidez moral es una gota que va cayendo en la mente de los obtusos, de los iletrados, de los que lanzan consignas sin pensarlas antes, de los que no leen ni les interesa, de los que sólo creen lo que les dicen algunos qué tienen que creer. El homo muridae se distingue, entre otras características amén de su incongruencia, cinismo y violencia gratuita, por esta patología moral, que lo convierte en un ser de bajeza ética casi irreversible.
Son hipócritas hasta deformar el lenguaje en consonancia a su discurso ideológico. Son capaces de sentir una pena honda y profunda por aquéllos que, al ser atacados de cualquier forma, pueden formar rédito de votos y unirse a sus borreguiles rebaños de quemadores de contenedores y derriba-estatuas. Pero son incapaces de sentir la menor empatía por aquéllos que están muriendo, sí: muriendo, siendo raptados y encarcelados, por gobiernos afines a su ideología y sus casposas consignas. Si la víctima les sirve, aunque no tengan ni la menor idea de quién es el culpable o agresor, se rasgan las vestiduras y mandan a sus hordas de zombis idiotizados a destruir mobiliario público y saquear escaparates de Zara y El Corte Inglés; sin embargo, si los culpables o agresores son los mismos zombis, aquí no ha pasado nada: es un caso aislado, tenía problemas de conducta, y el verdadero culpable, cómo no, es la sociedad que oprime al pobre muchacho.
Vi el virus en el horizonte después de que me inmunizase contra él. Fui militante de Unión Comunista de España durante cuatro años: el tiempo suficiente para huir de aquella secta que me estaba lavando el cerebro, literalmente. Cuando fui consciente del virus en mí, y mis anticuerpos racionales lo expulsaron, me di cuenta también del daño que iba a hacer en el futuro que hoy es nuestro presente. Se quejaban de la sociedad, del Gobierno, del Estado, de las grandes empresas, de Occidente, etc... y yo me decía: "cuando lleguen al poder, y ellos sean la sociedad, el Gobierno, el Estado y Occidente, ¿de qué se quejarán?". ¡Eureka! Como ahora ellos son, los hombres rata, ese Estado que odiaban, su siguiente paso es acosarlo desde dentro hasta derribarlo, neutralizarlo y suprimirlo por completo. Y lo contrario al Estado de Derecho es, del signo que sea, una Dictadura.
Explico: cuando un homo muridae no ostenta el poder, hace lo imposible mediante el Tiempo, la repetición de la mentira y la ignorancia del vulgo, para conseguirlo. Y, una vez está en el poder, no sólo hace todo lo posible para que esta titularidad se extienda en el tiempo al máximo, sino que, como odia y teme a partes iguales cualquier instrumento que le impida tal poder, se lo limite o se lo quite, hace todo lo posible para derribar tales instrumentos desde dentro, desde la ostentación del poder sobre tales instrumentos: Tribunales, Constituciones, Cartas de Derechos, etc...
El homo muridae, afectado del virus de algidez moral, es un mentiroso depredador y depravado: se apoya en la defensa de los Derechos para llegar al poder y, una vez allí, derogarlos; se apoya en la igualdad económica para llegar al poder y, una vez allí, sólo mejora su propia economía; se apoya en la moral y en la ética para llegar al poder y, una vez allí, desconoce el concepto; se apoya en la filosofía, en el materialismo histórico, en el marxismo cultural, en las minorías, en la diversidad, en el progresismo, en la revolución... y una vez allí, el cerdo que ha matado al granjero, esclaviza al caballo que antes cobraba un salario y ahora come de cartillas de racionamiento.
Lloraré cuando en Cuba se realicen las primeras elecciones democráticas. Lloraré cuando el petróleo de Venezuela dé de comer a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Lloraré cuando un coreano del norte se compre su primer Kia Sportage. Lloraré cuando sea ilegalizado el Partido Comunista de España, a cuya celebración del 25º aniversario de su legalización asistí, en la Casa de Campo de Madrid, con mi padre y enrollado en una bandera republicana. Lloraré cuando sea tan infame la hoz sobre el martillo como la cruz gamada. Lloraré de alegría cuando, como yo, las hordas se den cuenta de que los están utilizando; que les han mentido desde niño; que has llevado una camiseta con un símbolo cuya ideología ha matado a 200.000.000 de personas en 140 años de historia en todo el mundo;... y la quemen en la plaza pública con rostros de arrepentimiento.
Puedo hablar porque estuve adentro. Porque llamaban a diaro mi casa, a mi madre, cuando me fui del Partido... porque secuestran mentes y Pueblos. Lloraré como los que lloraron de emoción cuando en Berlín se derribó el muro.
Pero la algidez moral es un virus que ataca a más gente, no sólo a los supermoralistas del extremo 100 (léase Epílogo sobre la moral para más información acerca de esto) y a los neosocialistas de foto del Ché sobre arcoiris. No... la algidez moral también va a por los que se callan y miran hacia otro lado cuando sus Hermanos están sufriendo.
La frialdad moral mórbida y extrema es la patología del silencio. Los que por no molestar, otorgan. Los que sabiendo que algo está mal, en contra o no de su ideología (qué malas son todas, ojala no existiera ninguna), no son capaces de denunciar y gritar que esta boca es suya. Cómo me llamara a mí mismo poeta, cómo definirme como escritor, cómo mirarme al espejo, sin escribir estas líneas cuando Cuba está sangrando. Y no me vengas ahora con que: "con lo de Cuba bien que escribes, pero no dices nada de las pateras del Mediterráneo...", porque yo siempre lo he dicho todo: no discrimino a la víctima porque, te repito, ya me hice inmune al virus.
Si lloras porque un niño sirio yace muerto en la playa por culpa de una ideología religiosa que ha invadido su país destronando al mismo homo muridae pero con distinta bandera, llora también por el niño cubano que ha naufragado antes de llegar a Miami... y como le eches la culpa al capitalismo, es que estás enfermo.
Enfermo de algidez moral.
Despierta, arrebátate la ideología, sea cual sea. Y empieza a pensar por ti mismo. Y, cuando a tu Hermano le duela la espalda por la carga que lleva, pídele la mitad y camina junto a él con su media carga a cuestas.
El mundo está enfermo, de hipocresía y cinismo, de intereses económicos y mentiras, de falsedad y corrupción, de ideología y eufemismo, de rabia y violencia... y es cosa nuestra, de todos, ir sanándolo no poco a poco, sino con todas nuestras fuerzas. Y, si no lo ves, si no estás de acuerdo, tienes un gravísimo problema.
"Amaos los unos a los otros", Juan 13: 34.
Miguel Díaz Romero.
15 de julio de 2021.
Las ideologías y las religiones pueden ser y muchas veces son "armas de destrucción moral masiva" utililzadas como excusas por los seres abyectos que llegaron al pooder y olvidaron su origen.
ResponderEliminarTú lo has dicho: una ideología o religión entendida desde el fanatismo es un arma de destrucción moral. Gracias por el apunte: te copiaré el concepto jeje... un abrazo
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