viernes, 21 de diciembre de 2018

Un día, un verso 34, 35 y 36

19 de Octubre:

Del otoño, gris con los ojos entornados,
por el sueño de ayer...
Pasear de la mano hacia el horizonte rojo.
Ponerles el abrigo y pasear
bajo el aire salado y ruidoso que viene del mar.
No hay más barreras que este bolígrafo
no pueda derribar.
La libertad es un chorro de tinta 
que se desliza por el papel;
aunque otros se empeñen en opinar lo contrario.

Somos el fuego que derretirá los Anillos.
Somos el último estandarte de la fe.
Y nos sostendremos los bastones,
el genio y las arrugas,
con banderolas de gracias, por favor...
y escudos de buenos días y pase usted primero.

26 de Octubre:

Arena y espuma.
Como una sonrisa que nadie puede ver.
El sonido de todos los árboles caídos.
La niebla.
El sigilo.

3 de Noviembre:

Al final, todos somos ángeles.
Luz móvil,
como destellos corpóreos
que danzan bajo el cielo siempre azul.
Lo que pasa es que no queremos darnos cuenta,
de lo importantes que somos;
y nos endemoniamos al empequeñecernos.
La rabia no existiría,
si sólo amáramos.
Y somos capaces, pero no sabemos cómo.
Tal vez, si nos diéramos la mano,
y remáramos en el mismo sentido,
todos seríamos ángeles.
Y volaríamos,
dichosos y eternamente,
sobre los montes y los valles.
Amándonos, amándonos, amándonos...
felices de ver en el otro
el ángel que es,
y que ve en nosotros el ángel que somos. 


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