Víctor y
Florin eran espectadores de lo que ocurría a su alrededor. Los personajes de
ese teatro tridimensional del subconsciente dormido del ex presentador de
televisión no podían “verles” a ellos.
La diosa Asherah, Ashertum para los
mesopotámicos, se había alzado en ira contra sus sacerdotes aquel año porque
éstos no presentaron holocausto agradable en su altar; las cosechas habían sido
penosas, y el ganado diezmado a causa de la sequía y el hambre. Por lo que
Ammurapi, el Rey de Ugarit en esa época, había decidido que ese año no se
quemaran los diezmos en el Templo de Asherah. Ante tal afrenta, la diosa decidió
emerger de las profundidades de la
Tierra , donde moraba, y castigar personalmente a los hombres.
Pero uno de los sacerdotes de Asherah, llamado Jared, anticipándose a los
hechos, decidió junto con su familia hacer un pacto con la diosa para que ésta no
acabase con él y los suyos. Todo
esto lo estaban viendo Florin y Víctor mientras acontecía; transformándose el
escenario inicial, como presos en una película histórica. Para ello debían ofrecer sacrificio, pero esta vez humano pues la
colérica deidad no aceptaría uno menor dada la ofensa del pueblo de Ugarit.
Así, Jared eligió a la más joven de sus diez hijas para que sirviera de
holocausto e incienso aromático a la diosa Asherah. La ató de pies y manos,
desnuda, sobre una mesa de piedra y, practicándole un corte pequeño en las dos
muñecas, la desangró en presencia de su esposa y las nueve hermanas mayores de
la joven. Así como de los esposos e hijos de éstas. Después, y cuando ya la
divinidad había empezado a matar ahí afuera, repartió la sangre de la virgen en
cuencos y dio de beber a todo su linaje. Finalmente, y con las sobras de la
sangre tras beber él mismo, pintó una equis en el quicio de la puerta de su
casa.
Cuando Asherah pasó por allí y vio
la marca hecha por Jared, decidió aceptar el holocausto sangriento; pero
pronunció la maldición que dio origen al ‘homo nocturna’, continuando ésta
hasta nuestros días…
-Por
haberme dado la vida de tu hija, Jared hijo de Faret, no te quitaré la tuya…
pero yo os condeno, a ti y a toda tu sangre, a no volver a ver la luz del Sol;
pues de cierto moriréis; y a alimentaros sólo de sangre y no conocer sino la
desdicha, el vacío y las tinieblas más allá de las sombras de la muerte.
Asherah, tras pronunciar aquella
última palabra; vestida con una túnica de tela azul cielo traslúcida que dejaba
ver sus femeninos encantos, y con una tiara de oro y piedras preciosas
coronando su cabello negro y rizado, enmarcando su rostro eternamente joven de
piel morena persa; se echó a reír a carcajadas, mostrando una dentadura blanca
de largos colmillos superiores y, con los ojos sin pupila encendidos en fuego,
provocó la llama en el cuerpo inerte de la hija menor de Jared. En cuestión de
segundos, un humo denso y negro inundó la casa del sacerdote. Todos cayeron
muertos por asfixia…
…despertaron horas después. Asherah
había regresado a su hogar en el Inframundo. Ugarit había quedado despoblada:
nadie había quedado vivo, ni entre los soldados, gobernantes, civiles y
esclavos. Los cadáveres atestaban el suelo de las calles y las casas. En cuanto
a Jared y los miembros de su linaje, con la noche luciendo en lo alto, se
cercioraron de que sus pulmones ya no respiraban y que sus corazones habían
dejado de latir… se habían convertido en los primeros no-muertos vampiro de la
Historia.
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