jueves, 14 de mayo de 2020

Fábulas post-apocalípticas XX


“Mi nombre no es importante: sólo soy el cronista real, de palacio, de Génesis y, en el año 130 después del ‘gran catapum’, mi Señor Kratka me ordenó que escribiera las siguientes crónicas.”

20.    HEREDARÁS LA TIERRA II


“El asedio a Figuereida-Recón comenzó la misma tarde del día en que Kat-Qor murió. La batalla, como todas las que se dieron contra los demonios verdes megalisboetas, fue irremediablemente desigual… los figuereidíes venían preparados, acostumbrados al debacle de su rutina violenta en la ciudad, con armas de fuego de todo tipo. En cambio, los recón sólo contaban con sus espadas, sus caballos, y sus catapultas de cuerda y sus ondas.
Levantaron empalizadas cuando les dio tiempo; cerraron a cal y canto las puertas de la ciudad; apostaron las catapultas y los centinelas en el perímetro… pero los explosivos en los muros exteriores fueron determinantes esas primeras horas de asedio…
…la imagen más extendida en el fragor de la batalla fue la de muchachos desgarbados, algunos fornidos gracias a las largas jornadas de trabajo en los campos, arrojando piedras y blandiendo filos de acero brillante contra proyectiles de acero y teflón que silbaban en el aire, agujereando esa piel morena y esos músculos tensados, masacrando a la escasa población que resistió, hasta tres días, en pie el sitio de Recón.”

El amanecer del cuarto día fue igualmente sangriento. Los figuereidíes ya se habían hecho con el control total de los campos que circundaban Recón hasta donde el mapa del anciano decía que Figuereida se extendió.
Habían entrado por la puerta norte y se dispusieron a hacer presos a los ya rendidos recón, cuyo gobernador, Ret-Kae, había decretado la rendición esa misma madrugada con la intención de que no muriese más gente de su Pueblo… sólo quedaban niños y ancianos… la mayor parte de los jóvenes y todo hombre y mujer en edad de luchar había caído en combate. Las bajas, sin embargo, entre los figuereidíes fueron mínimas…

Los términos de la rendición, escritos eso sí por el Comandante figuereidí Raúl Nazario, determinaban que los recón debían volver, recibiendo total amnistía, al lugar de donde hubieran llegado, y que los figuereidíes tomarían la ciudad como propia de manera inmediata e irreversible.

Ret-Kae sujetó la pluma con mano temblorosa. Los suyos se habían pasado todo el día empaquetando sus pertenencias y enterrando a sus muertos. El sol de Recón se escondía lentamente, derritiéndose, tras el horizonte marítimo al oeste.
No había leído el documento porque ni sabía leer portugués ni podía hacer nada ya porque esa orden fuera refutada… cuando sonó el cuerno de Génesis en el norte, y la tierra tembló bajo los innumerables cascos de la caballería de la Luz de las Naciones.

Mi Señor Kratka, Rey de Génesis, cabalgaba a la vanguardia acompañado de su séquito y guardia personal. Habían ido en su compañía las huestes post-andalusíes de caballería rápida por si el viaje se torcía… y yo también, para reflejar cuanto ocurriera en Recón en mis Crónicas. Ret-Kae levantó su mano y los figuereidíes viraron su mirada al norte… una orden militar, alocada y precipitada, habló de hacer frente a la cuña que se deslizaba, terrible y poderosa, por el camino que ya no era de asfalto.
Unos hombres se pusieron a disparar sin acierto a los que llegaban… fueron cercenados sus cuerpos como cañas de bambú por los afilados sables genésicos. Pero una bandera blanca se izó entre el grupo de Kratka pese a las primeras y últimas muertes, y el Comandante Nazario ordenó que cesase el fuego.

Mi Señor Kratka se apeó de su caballo Salieri, y ordenó a Ret-Kae no firmar nada.
-Es la rendición – repuso Nazario llevándose la mano al revólver por si las moscas.
-Pero es una rendición injusta.
-No tenéis potestad para juzgar eso… ni si quiera sé quién sois… -dijo aunque ya se lo imaginaba.
-Soy Kratka, Señor de Génesis y todas sus tierras desde Metaloburgo a Megalisboa y desde el mar hasta Blackädia. Y si queréis vivir aquí, debéis aceptar mi autoridad sin condiciones… en caso contrario…
-Comandante Nazario.
-…en caso contrario Comandante, mañana mismo habrá aquí un ejército de más de diez mil hombres que os matarán a usted y a todos los suyos sin lugar a dudas.
Nazario agachó la cabeza… sabía que el Rey no bromeaba.
-La rendición de Recón no necesitará de papeles… aquí hay sitio para ambos si habéis decidido abandonar Megalisboa y sus abominables costumbres… jurad pleitesía a Génesis y media ciudad será vuestra.
-¿Eso… o la muerte?
-Afirmativo.

La ciudad de Recón fue dividida en dos, sus campos también; y los figuereidíes ocuparon el oeste de la ciudad y le pusieron Figuereida, y los recón ocuparon la parte del este de su ciudad que siguió llamándose igual. Pasando los auto exiliados de Megalisboa a formar la última tribu de la gran federación de pueblos  que significaba y significará hasta el fin de los tiempos Génesis.

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