A veces, y sólo a veces, soy incendio y plátano.
Cuando me veas salir de la casa entre las llamas,
con mi cuerpo carbonizado, apenas andante,
renqueando con los brazos extendidos,
negros y despedazándose por el efecto del fuego;
pon una piel de plátano en el suelo,
me resbalaré…
y todos nos reiremos.
Incendio y plátano en las horas separadas del mar,
del oleaje, apenas intenso, donde dormita mi cuerpo.
Soy el fantasma de todas y cada una de las Navidades pasadas,
buscando en qué cruce erré el camino.
A veces, y sólo a veces, soy plátano encendido.
Como esos que flambean con Cointreau en el restaurante chino,
como esos que saben que nos perdimos.
Como el que susurran los hombres altos en las mentes libres.
Como los que me ahorcan a la desidia, la fatiga, el olvido…
Quisiera gritar ahora con fuerza tal que rompiere los cristales,
y gritaré, gritaré con fuerza tal que rompiere los cristales.
Aquellos que nos han puesto cadenas en las manos
y en los pies grilletes.
Aquellos que opacan nuestra voz para que no grite.
Los que pretenden tener razón y estar en lo cierto.
Los que nos tratan como zombis
o como robots,
o con códigos de barras en la nuca.
Quienes se creen en posesión de nuestros destinos
con sus puzles, sus tejemanejes… sus designios.
Quise ser pluma sobre el papel,
río de tinta.
Volcar todas las historias que soy yo
sobre libros infinitos
que pueblen las paredes del mundo,
un mundo que yo habría pintado por ti.
Pero me quedé en extraño por el camino.
Me siento extraño durante poco más de un tercio del día… y no lo entiendo.
Sé que tengo algo que aprender
pero no concibo el aula;
sé que me falta mucho por aprender
pero no pertenezco a ninguna escuela;
sé que tengo que pagar por los errores cometidos
pero no veo el final del castigo.
Y a veces, sólo a veces, soy incendio y plátano.
Verdugo y testigo.
Hombre y paloma.
Sed y sangre.
Hambre y plátano…
Sobre la luna, plátano; plátano bajo el agua y en los intestinos;
plátano en las aceras… sobre la ropa, plátano;
plátano y niebla. Plátano ardiente y plátano seco.
Plátano roto y plátano hambriento…
Plátanos en llamas,
ajenos al laberinto de cemento.
Miguel Díaz Romero.
Torrevieja, a 5 de agosto de 2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario