Comienzan las nieves del tiempo a platear mi sien como en los tangos antiguos.
Hay ya dos mujeres en casa.
Veo el horizonte desde aquí…
…sentado, con las piernas colgando, al borde de la dársena de Levante, bajo la sombra del faro al atardecer sobre el Mediterráneo.
Y tú junto a mí.
El tiempo es sólo una estructura que hemos inventado para entender el mundo: un constructo, un artificio, un andamio que nos sostiene mientras pintamos la fachada de la historia de nuestra vida… un andamio que en nuestro caso es de dos; para dos.
Estamos anclados a una nube, pintando con la brocha de las sendas por recorrer el paisaje de nuestros recuerdos. Estamos viendo el futuro convertirse en leyenda, cuales Dorian Gray.
Somos el proyecto de un eslabón mundial. Somos el ejemplo infinito de la Humanidad caminando hacia el vacío: esa línea que separa los azules, rosas, naranjas y amarillos entre el mar y el cielo.
Nunca he sabido muy bien qué hacer; nunca he tomado decisiones con vistas a tener algo sólido a lo que aferrarme; nunca he tenido la sensación de saber dónde está la salida del laberinto; nunca me he sentido tan humano; como cuando tú estás junto a mí.
Siempre he estado perdido: no creo que tenga mucho que ver con los demás de mi especie. “Los astros no están más lejos que los hombres que trato”. No obstante, tú me otorgas la dosis justa de humanidad, tú calmas al Décimo Hombre que sólo quiere ver arder el mundo Señora Wayne… para que no enarbole el mayal de la destrucción contra todo aquello que azota mi mente.
Mi cordura por entero depende de ti.
Y tú eres mi locura.
Puesto qué soy yo si no el reflejo de tu contradicción.
Lo único inteligente que he hecho en la vida fue casarme contigo. Y te estaré eternamente agradecido por haber dicho que sí.
Perdona si a veces es difícil entenderme… yo no lo hago la mayor parte del tiempo.
Te amaré hasta el final del final de los días, qué no te quepa duda.
Gracias por existir.
Miguel Díaz Romero. 25 de noviembre de 2022. Torrevieja.
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