viernes, 10 de marzo de 2023

Queridísima Andrea. Cartas de la 1 a la 3

Carta 1:

Queridísima Andrea,

A pesar de que el sol lucía, tímido, sobre el horizonte del mar este amanecer, ahora el cielo aparece encapotado, gris como un sudario de lana esponjosa.

He pensado mucho en ti durante este destierro. El dolor de cabeza, persistente, apenas me deja espacio para las palabras que quiero escribirte en esta carta. Recuerdo, con demasiada frecuencia últimamente y quizá la razón sea que cualquier tiempo pasado nos parece mejor, los momentos cálidos que compartimos sobre la alfombra del salón cuando nuestros hijos todavía eran muy niños.

Los largos paseos por El Camino de la Virgen bajo las ramas, espesas de follaje, de las moreras; tu mano sosteniendo la mía, y viceversa, a los pies de la Sierra, sentados en el barro ya seco; y los largos atardeceres, de un rojo ígneo pero espectral, oteando el cielo en silencio. Cuando no hacía falta decir nada para decírnoslo todo. Cuando sólo hablaban los dedos, y el corazón, y sobraban todas las palabras.

Llevo tres días intentando seguir con la carta… cosas del directo, y del tiempo.

Mientras tanto, las bombas caen sobre el asfalto, resquebrajado, por el que paseamos los que andamos sin rumbo por esta vida, como sombras de lo que o bien un día creímos ser, o bien de lo que nunca fuimos.

Quisiera que esta carta fuera eterna, para estar escribiéndola siempre, pues significaría que siempre estaría pensando en ti.

Pero, por motivos que bien sabes, debo dejar de escribir… la semana que viene volveré a empezar, te lo prometo,

Quien te amará por siempre,

23 de febrero de 2197

Carta 2:

Queridísima Andrea,

No tuve ocasión de finalizar mi última carta. La noche ha sido oscura, rotas las sombras sólo por las explosiones al otro lado de la frontera. El sonido de las bombas nos llega como imbuido en una sordina… ya no temblamos ante el estruendo y la barbarie.

Me ha llegado a la memoria la noche del sábado, aquella en que los dedos de nuestras manos se entrelazaron, recostados en un banco de madera con cojines, y bebimos un cóctel por última vez… eran días dichosos, tranquilos, exponentes de un pasado feliz.

He tratado de conectarme a la red. El pulso electromagnético que los Robots activaron todavía tiene reminiscencias en la zona de batalla. Las ondas no permiten que podamos acceder a la red ni a la mitad de nuestros archivos. Añoro el día en que pueda entrar y repasar las fotos que no cesabas de hacernos; yo creía que era algo trivial, pero como en las viejas películas del Siglo XX, tú me enseñaste que no hay nada trivial. “No llueve eternamente…”

Creo que el resto sospecha que te estoy escribiendo...

…espero que estas palabras te lleguen, estés donde estés, prometo encontrarte.

No hay frontera que pueda impedirme llegar hasta ti.

Recuerda que te amo con todo mi corazón,

                6 de marzo de 2197

Carta 3:

Mi queridísima Andrea,

Hemos avanzado puestos en la lucha contra la Nación Robot. Es una buena noticia a pesar de las múltiples pérdidas en el frente norte. Amigos que conocía bien han perdido la vida… no obstante, no podemos ser pesimistas porque, de ser así, no habría esperanza.

Quiero parar y escribirte desde hace días… ayer volví a soñar contigo. Con ese tiempo que anhelamos regrese, iluminando nuestros días y llenándolos de la paz y la alegría que sentíamos cuando estábamos juntos.

Caminaré océanos de tiempo, como en los cuentos, para llegar donde estés; negando la guerra, la distancia, e incluso a mí mismo.

Me he descubierto grabando nuestras siglas, unidas con una letra y griega, enmarcadas en un corazón, con mi cuchillo láser en la servoarmadura que los ultramarines llevamos para evitar ser heridos por la munición lumínica de las máquinas. Me han preguntado por ti, y de querer decir tantas cosas me he quedado sin palabras y una lágrima de melancolía ha bañado el perfil de mi ojo derecho…

Sin el favor ardiente de tu recuerdo en mi mente, y el sentir de tus abrazos en mi corazón todavía cálido (como si hubiéramos hecho el amor ayer), tan sólo sería uno de esos cráneos que veo amontonados tras una noche de batalla: una calavera en llamas sobre un túmulo candente.

Si vivo y lucho cada día en este Mordor particular, es porque mantengo la fe, y la esperanza vívida de volverte a ver… y estrecharte entre mis brazos.

En el Páramo Atlas, frente norte, a 10 de marzo de 2197

What are your honest opinions on the ultramarines? : r/Warhammer40k



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